Acabamos de pasar unos días en Montiel (Ciudad Real). Se trata de un pueblo pequeño con menos de 2.000 habitantes debido a la emigración que se inició en los años 60.
Es el pueblo donde nací y, aunque no me crié en él, allí están mis raíces y me siento orgulloso de mi tierra y de sus gentes, de su castillo y de su historia y por supuesto de su gastronomía.
Ya en su obra, Cervantes, hace referencia a la gastronomía y la
cocina manchega. Platos de subsistencia, platos de gente humilde
elevados de la pobreza a la divinidad.
Cocina generosa,
contundente, recia con el frío, la nieve…. Cocina de remedios y curas
de milagros con ajo y el insuperable sabor del laurel, el tomillo
oloroso y otros condimentos de esta tierra de molinos, encantos y
paisajes plácidos e interminables.
Como ejemplo de su gastronomía os dejo a continuación el enlace al recopilatorio que publicamos en su día sobre la cocina manchega: Platos manchegos.
Durante estos días tuvimos la oportunidad de asistir a la elaboración casera de las tradicionales galletas de máquina. La receta, aunque nos la dieron, no podemos revelarla. En internet podéis encontrar alguna, pero con ingredientes como la manteca que no está presente en esta elaboración. Os dejamos algunas fotos del proceso.
Sobre su historia, podemos decir que Montiel es la cuna de la dinastía de los Trastámara que reinaron en Castilla durante los siglos XIV y XV y que culminó con Isabel la Católica quien junto a Fernado el Católico Rey de Aragón sentaron las bases del Estado moderno.
En Montiel se decició la primera guerra civil de este país. Una guerra enmarcada en un conflicto aún mayor como fue la Guerra de los Cien Años y en la que se vio inmersa casi toda Europa.
Pedro I Rey de Castilla, el Justiciero o el Cruel, había reunido un gran ejército de castellanos adictos, moros y
judíos para compensar la pérdida del apoyo inglés. Consciente
de que su hermanastro, Enrique de Trastámara, gobernaba ya de facto la mitad del reino, recorrió el país hasta encontrarlo y enfrentar a su ejército bajo las almenas del castillo de Montiel.
La batalla fue sangrienta, pero Enrique logró reducir a los de Pedro a
la impotencia y obligarlos a refugiarse en el interior de la fortaleza
el 14 de marzo.
Pedro I intentó una salida desesperada, negociando una
rendición por separado (según creía) con Du Guesclin (afamado estratega enviado por Francia), a quien
consideraba más accesible.
El militar francés pareció acordar con él y le prometió la fuga,
pero, en vez de sacarlo a campo abierto, lo condujo directamente al
campamento de Enrique. Una vez frente a frente ambos hermanos, se
arrojaron el uno contra el otro con intenciones homicidas: Pedro logró
derribar a Enrique y se disponía a matarlo cuando Du Guesclin —hombre de
gran fortaleza física— tomó al rey de los pies y consiguió hacerlo
caer. Ya Enrique encima de su hermano, apuñaló al monarca repetidamente.
Ante la muda acusación de traición en los ojos de Pedro, el general
francés pronunció sus célebres palabras: Yo no pongo ni quito a rey alguno: sólo estoy ayudando a mi señor.
Así, Enrique de Trastámara fue nombrado rey de toda Castilla en
reemplazo del hermano al que había asesinado y fue coronado con el nombre
de Enrique II.
Desde hace ya un tiempo, todos los años en el mes de marzo se celebra «Montiel Medieval» que rememora los hechos que hemos narrado. El pueblo y sus habitantes se engalanan de época y a este acontecimiento acuden visitantes de toda España, siendo cada año mayor el número de ellos. Además de disfrutar con los espectáculos y conocer una pequeña pero decisiva parte de nuestra historia, es el momento ideal para deleitarse con los típicos y tradicionales platos de la comarca.
Actualmente se están realizando excavaciones alrededor del castillo, descubriendo los restos de la antigua villa amurallada y encontrando restos tanto cristianos como árabes así como la antigua iglesia.
Nosotros no hemos estado nunca durante la celebración de este evento, pero ya tenemos vistos los trajes que, si todo va bien, llevaremos en el próximo «Montiel Medieval».